martes, 10 de abril de 2012

PEQUEÑA SÍNTESIS "HISTORIA DE LA ARQUITECTURA"


Antes de poder hablar de los estilos arquitectónicos que surgieron en la historia de la humanidad, tenemos que ver donde se empezó a ser grandes construcciones arquitectónicas, con gran valor estético y artístico. Para esto tenemos que regresarnos hasta la época de Constantino, el cual dio el primer paso al declarar el cristianismo como religión oficial del imperio, dejando afuera todos los Dioses paganos, que hasta entonces habían sido con los que el imperio Romano se había dejado guiar.
Al entrar el cristianismo al imperio, se tuvo que construir recintos para esta nueva religión que surgía dentro del imperio. Aunque la historia nos cuenta que el imperio sufrió mucho con ataques de invasores, sobre todo de godos, se pudo tener una gran representación de la arquitectura religiosa. El mayor ejemplo de esto es la Basílica de San Pedro.
La Basílica de San Pedro, como decía, fue construida por Constantino justo en el lugar donde fue el martirio de este santo. La planta de conjunto se desarrollo, tomando como guía, sobre un eje longitudinal donde todos los elementos arquitectónicos parecían sucederse en una intensa y profunda perspectiva hacia el único punto de mira: el altar. Se entraba a ella por un patio rodeado de arcos llegándose a un vestíbulo transversal que tomaba todo el ancho de la basílica, el “nártex”, o lugar de los catecúmenos. Luego, se ingresaba al templo, de cinco naves, en que las hileras de columnas, el elevado ritmo de las ventanas y el juego de las líneas horizontales de los techos, frisos y piso conducían irresistiblemente la mirada el arco de fondo bajo el cual se encontraba el altar.

La arquitectura carolingia, llamada así por que se dio en el periodo de Carlomagno y por qué fue el que la inicio, significa la primera y general unificación de las más diversas tendencias constructivas que aparecen luego, con intensos caracteres regionales, en el estilo románico.
El estilo románico podemos ubicar su gestación por las épocas merovingias del siglo V para terminar en la época carolingia de los siglos IX y X, cuando el Imperio de Carlomagno unió al mundo de la antigüedad occidental en un solo ideal político y religioso.
La organización eclesiástica emprendida por Carlomagno suscitó un extraordinario desarrollo artístico; los monjes investigaron y estudiaron el pasado greco-romano, la lengua latina renació con toda su pureza, y la arquitectura, hasta entonces en formación, se uniformizo disciplinada por una abundante enseñanza clásica. Los monasterios fueron, en realidad, los monumentos arquitectónicos y cada monasterio era una escuela de arte.
En el curso ascendente de este período, cuando terminó la unidad política del imperio y principian a revelarse las nacionalidades europeas salidas del caos feudal, la arquitectura románica aparece triunfante. Fue la arquitectura románica del siglo XI y, en general, la de la primera mitad del siglo XII.
La basílica latina se techaba con tijeras aparentes de madera; la bizantina se cubría con bóveda. El románico lego a abovedarse íntegramente, resolviendo su principal problema de estructura.
En la arquitectura románica el material de construcción fue la piedra, piedra labrada, abundante, en bloques pequeños que había que suspender y colocar uno sobre otro sin mayores recursos de mezclas ricas adherentes. Por otra parte, el templo exigía una amplitud cada vez mayor. Con este programa distributivo y este material no se podía hacer nada sin el recurso del arco y de la bóveda. Se adoptaron arcos y bóvedas de medio punto respetándose una forma tradicional, pero siendo estos aparejos con pequeñas piedras, no eran estables sino, al contrario, tendían a abrirse, a separarse, a empujar lateralmente los soportes y muros que los sostenían. La construcción se torno, pues, dinámica, equilibrada, los inmensos esfuerzos derivados de estas formas eran continuos y tenían que ser contrarrestados por grandes espesores de muros, contrafuertes y sabios contrapesos que , en general, se expresaban interior y exteriormente mostrando, con sinceridad diáfana, todo el movimiento de las fuerzas resistentes del edificio. La piedra aparecía desnuda exhibiendo su completa disposición y su nítido aparejo.
Elementos esenciales y característicos de la estructura y de la ornamentación románica:
- La bóveda cilíndrica
- La bóveda de arista
- Ventanas altas
- Arco románico
- Cúpula con pechinas
- Pilares
- La cúpula esférica
- Archivoltas
- Los capiteles

Como evolución arquitectónica lenta, continua y segura del templo románico apareció la arquitectura gótica, independiente ya de las influencias mediterráneas y orientales, con pureza nórdica, con unidad absoluta entre las posibilidades máximas de la construcción pétrea y el impulso entusiasta, sabio y poderoso del espíritu cristiano que buscaba su expresión culminante. El sistema de arcos y bóvedas de medio punto, de empujes fuertes y continuos, exigía alturas moderadas y gruesos paños de muro donde la apertura de ventanas estaba limitada en tamaño y en número. Todos los esfuerzos quedaron, pues, concretados en puntos resistentes y los empujes laterales resultantes de arcos y bóvedas fueron llevados hacia afuera por medio de los arcos arbotantes, contrafuertes y pincullos. El aspecto exterior de estos elementos fue de una verdad estructural transparente. El racionalismo constructivo apareció escueto y preciso como un mecanismo en tensión, en equilibrio, como una geometría dinámica y pura.
El interior era el objeto mismo de toda la construcción, el espacio fue creado con amplitud y luminosidad totales.
La ornamentación fue de un naturalismo fresco, suelto, expresivo, en oposición al rigor de la estructura.
La acentuación decorativa, en los profundos pórticos por medio de archivoltas sucesivas y compuestas de legiones de ángeles y santos esculpidos, fue uno de los motivos ornamentales más extraordinarios del gótico. Si bien el templo se abrió y convirtió sus muros en gigantescos ventanales para inundarse de luz, esta iluminación no debía ser la del sol crudo y ardiente, sino la de una claridad mística. La luz física fue transfigurada por la alquimia de los vitrales.
El arte gótico tuvo una duración de más de tres siglos. Nació en el siglo XII y persistió, en algunos lugares, hasta fines del siglo XV. Su periodo más bello y completo abarca todo el siglo XIII, que vio surgir, entre otras, las catedrales de París, Reims, Amiens Y Colonia.

Las catedrales góticas, que encerraban en si todo el proceso material y espiritual de la Edad Media, llegaron a un máximo de perfección. Allí se detuvieron; la piedra no pudo ir mas lejos, fue la forma extrema de resistencia y elevación de ese material que se transfiguro en vuelo, limite prodigioso pero final. La catedral gótica fue toda la edad media hecha realidad viva en su anhelo de evolución, pero la catedral se detuvo. Sus formas, cada vez mas escuetas, no pudieron ya sino repetirse, su silueta transparente ya no significó sino el termino de algo maravilloso. Terminaba el siglo XIV.
Si el gótico había llegado al limite de lo que se pudo hacer con la piedra y el ladrillo y era, sin embargo, lo que por fuerza se debía de emplear, no quedaba otro camino que el de soñar con sus formas pesadas. Pero hay que tomar en cuenta que estas formas fueron una realidad inmensa y majestuosa: todo el arte y toda la cultura greco-romana.
El renacimiento no consistió en repetir las formas de Pericles y de Augusto sino en que el hombre, ansioso de libertad e impregnado de cristianismo, expresó un nuevo ideal a través de ellas. Fue, pues en Italia donde el Renacimiento surgió con la autenticidad, la frescura y la fuerza de la vida misma. Pero el renacimiento no solo fue un estilo arquitectónico, como podemos saber, sino que fue un cambio en todos los sentidos artísticos. Primero, la visión poética del nuevo mundo soñado; Dante, Petrarca, Boccaccio. Luego, más tarde, aparece su expresión plástica y colorida: loe escultores pisanos y el glorioso Giotto. Por ultimo, surge su arquitectura, en forma sintética, colectiva y completa, con cúpula de Santa María de las Flores en Florencia.
El Renacimiento fue época de genios. Las creaciones se realizaban según dos grandes ejes, dos direcciones contrarias e infinitas; una horizontal, melodiosa y profundamente mediterránea, la greco-romana. Otra más sutil, ascendente, dinámica, equilibrio radial y una unidad rotunda, fulgurante de espíritu y precisa de cuerpo. Tuvo como genuina forma arquitectónica la cúpula suspendida, sola en el espacio, vibrante y sorprendente como la aparición de un mundo. Po ello la arquitectura renacentista principia con la cúpula florentina de Santa María de las Flores y termina con la cúpula romana de San Pedro.
El Renacimiento no invento procedimientos constructivos fundamentales; el pasado clásico, y sobre todo el medieval, produjeron todos los sistemas de estabilidad y equilibrio. La arquitectura del Renacimiento los combino con audecuas sorprendentes, con resultados enormes y magníficos, con expresión nueva y sabia.
Otra parte de la historia de la arquitectura, que fue muy importante, fue el Barroco. La palabra barroco (perla irregular) parece haber sido empleada por primera vez en Italia para designar, despectivamente, las nuevas formas plásticas del artes y de la arquitectura posteriores al renacimiento. L arquitectura se presento del siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII.
Cuando al finalizar la evolución artística de una época se producen formas caprichosas, retorcidas o exageradamente ornamentadas, se les denomina, igualmente, barroca por su analogía con las formas de la arquitectura que nos ocupa. Se cree percibir en tales procesos evolutivos una ley que prescribe idéntico final de decadencia artística, en el que el movimiento, demasiado dinámico, de líneas y volúmenes y la exuberancia decorativa rompen el equilibrio y la unidad de un estilo establecido. La composición de los edificios barrocos, sus plantes y sus formas son, en el fondo, nuevas, anteclásicas y anti renacentistas. El nuevo impulso rompió la aislada, sabia y severa armazón clásica de la arquitectura y se abrió paso, abultando y violentando las formas, para luego, apoyándose en ellas, seguir su camino de onda y de espuma en el espacio. Los muros se curvaron, se exageró el relieve, se superpusieron columnas y frontones, las molduras se interrumpieron retorciéndose en volutas y el adorno sobresalió abundante como un potente brote. Logró plasmar, con intensidad máxima, el triunfo de la iglesia católica, de la Contrarreforma, sobre el protestantismo: ese fue el gran papel de la arquitectura barroca que se convirtió en vínculo tangible y universal entre las Iglesia y el hombre. Sus formas jugosas y hondas representaron “glorias” celestes en magníficos altares y portadas o se sucedieron como oleadas de color y relieve en busca de lo divino. Hay trazos rítmicos perfectos y envolturas armoniosas y precisas en el fondo de enjambres y encrespados de las formas barrocas: leyes hondas, como las de la naturaleza, las rigen y a ellas se subordinan los menores detalles.


REFERENCIA:
México, Fondo de Cultura Económica. (1994) Historia de la Arquitectura. Velarde H.

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